La economía circular representa un modelo económico donde los residuos derivados de la producción y el consumo se reintegran en los ciclos productivos. En la lógica de la regeneración y por tanto la reutilización y recuperación de los recursos naturales, para reducir el impacto antrópico sobre el ecosistema. Un impulso esencial a la circularidad del sistema proviene de la llamada jerarquía de residuos.

Economía circular, la jerarquía de los residuos

La jerarquía de residuos fue ideada por el científico holandés Gerhardus Wilhelmus Adrianus Josephus ('Ad') Lansink (1934), utilizando el esquema conocido como la escalera de Lansink. (1) La escala de Lansink define un orden de preferencia a aplicar a la gestión de residuos, que se basa principalmente en la prevención de residuos. Sobre la suposición ahora indiscutible de la finitud de los recursos materiales naturales.

Por tanto, la prevención comienza en la fase de diseño de cada material, ya sea que esté destinado a usuarios profesionales y/o consumidores finales. Durabilidad, reparabilidad, disponibilidad para la reutilización y, alternativamente o al final de su vida, para el reciclaje. Luego, en orden, el uso de materiales residuales para generar energía. Finalmente, como último recurso, el destino del vertedero.

La escala de Lansink, aprobada por el Parlamento holandés en 1979, ha ofrecido un impulso decisivo al desarrollo de las políticas medioambientales en Europa y en el mundo. Y es, de hecho, la base del llamado 'Paquete de Economía Circular', la legislación de residuos más avanzada del mundo, que Europa adoptó en 2018.

Economía circular, se necesita un esfuerzo colectivo

La transición hacia la economía circular también requiere un esfuerzo colectivo mucho más amplio que la adopción de una política de residuos evolucionada que constituye su base. En primer lugar, se necesita determinación hacia las metas. La aparición de contaminación de suelos y aguas por venenos y plásticos debe inducir la cooperación entre los diversos actores, públicos y privados. A escala local, macrorregional y planetaria.

El valor de la economía circular, mencionada en varios pasajes, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en la Agenda 2030 de la ONU, debe entenderse en su extraordinaria amplitud. Culturales, sociales y laborales, así como medioambientales. Se necesitan inversiones para desarrollar nuevas tecnologías y mejores prácticas y facilitar la transición a energías renovables y sistemas económicos ecológicos.

Las Empresas Sociales y las Entidades del Tercer Sector asumen a su vez un papel fundamental, para promover la sensibilización, el compromiso y el empleo en los territorios. Bajo la bandera del desarrollo sostenible y la inclusión social.

Darío Dongo

Nota

(1) Consulte https://www.isonomia.co.uk/towards-a-circular-resource-policy/